martes, 19 de mayo de 2015

.

 

Creí hacer las cosas lo mejor que pude,

confiar en quien parecía merecerlo,

hacerme invencible con cada golpe,

luchar y dar todo de mi con cada historia que pareciera enpañarse,

buscar todos los recursos posibles para arreglar los daños,

apoyarme en los hombros adecuados,

sentar la cabeza en el debido momento,

y sobre todo tragar.

Me tragué la mierda cuando más necesitaba la voz del otro, la compasión.

 

Con el tiempo dejé de creer que hay limites.

Que la vida puede sorprenderte de un momento a otro.

Que un segundo estás aqui.

Otro estás allá.

Y en esa milesima de segundo que te cuesta reaccionar, has perdido cientas de oportunidades, de puertas ignoradas.

 

Las puertas no importan.

Cada día se abren puertas nuevas,

y se conocen personas nuevas,

sensaciones nuevas,

e incluso escenarios nuevos

llenos de instantes fugaces

Puede que todo ello parezca maravilloso

al igual que pueda parecer entumecido

o simplemente "gris".

Entonces aquellas personas nuevas,

sensaciones nuevas, ambientes y momentos

nuevos, no tendrán ningún valor para ti.

Simplemente dejarás que el tiempo te arroye.

 

La motivación es la que te lleva a valorar 'la novedad', la que te empuja a seguir y por ello te reconforta.

Y tú debes ocuparte de mantenerla a flote,

para no hundirte.

 

Como decía antes, hace un tiempo que deje de creer que hay limites.

Supongo que habrá momentos emocionantes, felices

como del mismo modo habrá momentos duros que quisieras borrar.

También supongo que a veces fallamos con nuestras objeciones, como también acertamos con alguno de nuestros pronósticos.

 

Pero lo que está claro

es que siempre habrá un motivo para pasar capitulo,

para ganar, perder, acertar, fallar.

Un motivo para continuar.